La manera de encender es muy importante, muchas veces somos nosotros mismos los que provocamos problemas sin saberlo, como la acumulación acelerada de hollín en el tubo o la creación de una nube de humo que acabará saliendo hacia el salón… El primer consejo que damos cuando instalamos una chimenea y el usuario no tiene experiencia es acordarse de dos palabras: paciencia y llamas. Paciencia para meter los palitos poco a poco, sin cargar demasiado porque se ciega la lumbre, y llamas porque se quema mejor y generan aire muy caliente que arrastra el humo.
Hay que distinguir entre la leña apropiada para encender, fina, y la que usaremos como combustible, más gruesa. Antes de empezar es bueno tener ya preparada una provisión de palitos o astillas de diversos grosores, o piñas si están muy secas, pastillas para encender o algo similar, y también podemos traer ya algunos troncos finos. Es importante señalar que en chimeneas o estufas metálicas es muy peligroso utilizar líquido o gel inflamable, decimos que es algo “prohibido”, ya que estos líquidos se pueden escurrir por la parte baja del hogar hasta la zona donde están los ventiladores y sus cableados y quemarlos, así como salirse y llegar hasta el salón y provocar un incendio.
Parece muy sencillo, pero es fácil meter madera de más y tener más humo que llamas. Como no se está generando suficiente calor y con él una corriente de aire caliente que arrastre al humo éste buscará su salida hacia la habitación. Además, el aire dentro del conducto de la chimenea estará frío y habrá que crear una cierta corriente de aire caliente para poder empujarlo.
A veces hay que cerrar la puerta de la chimenea para que no se salga el humo a la habitación, aún teniendo llamas suficientes. No hay que preocuparse, hay aparatos que funcionan muy bien en caliente pero en frío les cuesta expulsar el humo. Sólo hay que regular las entradas de aire para que entre el necesario. En mi cassette tengo que dejar la puerta de cristal entreabierta, cuando ya está encendido sí que puedo dejarla abierta. Cuando haya que abrir para echar más leña hay que hacerlo poco a poco o nos puede salir una llamarada o una bocanada de humo.
Ahora hay que buscar la velocidad a la que queremos que arda la leña, así que el tiro principal lo cerramos como a la mitad, y nos quedamos unos segundos observando la reacción del fuego. Según como vaya tirando abriremos o cerraremos poco a poco hasta conseguir el ritmo deseado. Hemos visto usuarios que pretendían calentar toda la casa con dos troncos y el tiro casi cerrado y otros que cargaban a tope y dejaban tiros abiertos. Hay que tomar estas decisiones teniendo en cuenta nuestros gustos y necesidades pero también el consumo de leña, la formación de hollín y el desgaste de la chimenea.
También tenemos que tener en cuenta que cada chimenea es distinta de las demás, dos aparatos iguales, instalados en conjuntos de adosados iguales y que usen la misma leña pueden tener comportamientos distintos, ya que influyen las presiones y temperaturas de las viviendas, el grado de apertura de las entradas de aire, la posición de un tejado, la altura de la salida a la calle del tubo, la acción del viento, la forma de encender, el grado de suciedad acumulada… Recomendamos ir probando poco a poco, día a día, conociendo nuestra chimenea, hasta encontrar una manera de utilización que nos valga y con la que nos sintamos a gusto.