Deshollinadores en Guadalajara y Madrid

Las chimeneas son muy útiles para generar calor, pero a menudo olvidamos e incluso ignoramos que el hollín existe y las ensucia mucho (ver ¿Qué es el hollín?), o que ese mismo calor que creamos las desgasta y deteriora. Si crees que tu chimenea te durará toda la vida y quemas en ella todo tipo de cosas y no le prestas ninguna atención especial seguramente acabará funcionando mal y no te durará tanto.

Porque, ¿qué ocurre cuando no se les presta atención? Pues que la chimenea calienta menos y gasta mucha leña, se mancha cada vez más, aumenta el peligro de incendio y de revocos tóxicos e incluso puede deformarse y quedar inservible.

Para evitar estas consecuencias tan negativas existen varias opciones, y aunque algunas son muy efectivas por sí solas lo mejor es combinarlas. Así, es fundamental limpiar y revisar la chimenea periódicamente, tanto el conducto como el aparato o el hogar, y escoger bien la leña (ver Acerca de la leña), poner atención al encender y al quemar (ver Cómo encender), y procurar tener los conductos en buen estado.

Es muy importante buscar un técnico que haga un buen mantenimiento, que analice todos los componentes y limpie y sustituya los que lo precisen, puesto que las chimeneas metálicas tienen en su interior piezas que se pueden desgastar, doblar, rajar e incluso partir por el efecto de las grandes temperaturas que sufren, o moverse de su posición correcta al meter los troncos o retirar la ceniza. Algunas tienen también pequeños orificios y conductos internos que si están atascados no hacen su función.

Una idea muy extendida es que no existen leyes que afecten a las chimeneas, pero sí que existen. De hecho, este tipo de aparatos generadores de calor están regulados por el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE), aprobado por el Real Decreto 1.027/2007 que los considera instalación fija de calefacción destinada a atender la demanda de bienestar térmico de las personas, y que en su Capítulo VI, Artículos 25 y siguientes determina la figura del titular de la instalación y sus obligaciones de mantenimiento, inspección y conservación de un registro de las actuaciones, así como la obligación de su utilización según el Manual de uso y mantenimiento de la instalación (ver RITE). En resumen, las chimeneas deben ser revisadas anualmente y el propietario es el último responsable del buen funcionamiento de su chimenea.

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